Rindiendo honores a la patrona de Canarias, La Candelaria
Ya he comentado en alguna otra ocasión que Tenerife me recuerda mucho a latinoamérica, no sé si será por el clima, por la vegetación, por el acento de sus gentes,... el caso es que andar por sus calles es como recorrer Colombia, o más bien Venezuela. Pero si hay un lugar que me transportó a estos lejanos lugares, ese es sin duda La Candelaria.
Está muy cerca de la capital, aunque en la isla todo está cerca, a unos 17 km. Nosotros fuímos en el coche de alquiler, aunque supongo que también se podrá ir en transporte público. Da igual como vayas, pero lo importantes es ir hasta allí.
Lo primero que vimos cuando aparcamos en el centro fue el paseo marítimo y su estrecha playa de arena negra. No es un paseo hecho para turistas, aunque sin duda la localidad acogerá muchos cada año, es un paseo hecho para pasear. Allí vimos por primera vez las estatuas de los Guanches, de los que ya he hablado en algún post anterior.
Y junto a los primeros habitantes de la isla, la patrona, la Virgen de la Candelaria. Si antes dije que las calles de Tenerife me recordaban a Venezuela por el clima y por la música del acento canario, visitar la iglesia de La Candelaria fue como volver a México. En la península estamos acostumbrados a las pideras grises y oscuras de las iglesias y catedrales, sin embargo esta es blanca y clara, y el interior está lleno de colorido.
Junto a la iglesia también se pueden visitar unas cuevas, aunque este mes de Julio el acceso ha estado cerrado por obras en la fachadad del monasterio que hay junto al templo y nosotros no las vimos. Lo que sí visitamos fue el museo de artesanía tradicional canaria situado en lo alto del pueblo, el museo es interesante, habla de la forma peculiar de trabajar el barro desde tiempos de los Guanches, aunque lo mejor son las vistas que hay desde allí.
Después del paseo por La Candelaria nos fuímos derechos hacia el paisaje lunar y no comimos allí, aunque por las calles vimos muchos lugares dónde daban menús, así que se puede pasar allí el día entero tranquilamente, con siesta en la playa incluída.